Se cumplen 70 años desde que en 1947 Luis F. Málaga (1) publicara por primera vez sus Reglas y tablas de notación interna (2). La trascendencia de este aporte bibliotecológico es patente, sobre todo en la Biblioteca Nacional del Perú y en todas aquellas bibliotecas públicas asistidas técnicamente a través del Fondo San Martín y la Dirección General de Bibliotecas Públicas, o el Sistema Nacional de Bibliotecas. Su uso incluso traspasó en algún momento las fronteras del país. La popularmente conocida como Tabla de Málaga ha sido actualizada y mejorada constantemente desde su publicación.
Complemento perfecto, por así decirlo, del Sistema de Clasificación Decimal de Melvil Dewey, la notación interna era básicamente la combinación alfanumérica (LETRA INICIAL + CIFRA DE DOS DÍGITOS) asignada a cada autor a partir de la confrontación de las primeras letras de su apellido en una tabla. Añadida al número de clasificación Dewey correspondiente, optimizaba el ordenamiento físico de los libros ya agrupados en la estantería según la materia, que dentro de ésta resultaban a su vez ordenados alfabéticamente por el apellido del autor.
Inspirada inicialmente en las tablas de Charles Cutter, la Tabla de Málaga llegó a consolidarse como un producto original. Su creación se debió a una necesidad muy sentida: las tablas de clasificación de Dewey, por su origen anglosajón, no contemplaban el desarrollo en extenso de ciertos campos o materias propios del ámbito nacional e hispanoamericano, tales como la Religión e Iglesia, el Derecho Romano, la Literatura o la propia Historia y Geografía del Perú y de América Latina. Las adaptaciones respectivas, una vez logradas por la fuerza de la necesidad integraron el esquema que llegaría a conocerse como la Tabla Perú. De una forma similar, la tabla de Cutter remitía a apellidos de origen anglosajón, y a nombres de autores grecorromanos. Por ello, era urgente redactar una tabla para apellidos de autores de origen hispano, por lo demás predominantes en nuestras bibliotecas.
El Sistema de Clasificación Dewey a la muerte de su autor fue asumida por una comisión especial para preservar el espíritu original que animara a su creación y mantuviera sus actualizaciones acordes a los nuevos tiempos. Por ello, en todas sus ediciones hasta la actualidad sigue reconociéndose inalterable la autoría de Melvil Dewey. Salvando el tiempo y las distancias, no sucedió lo mismo con Luis F. Málaga. Como si quisiera soslayarse su mérito, las sucesivas ediciones que fueron rebautizadas como Pautas y tabla de notación interna por la Biblioteca Nacional ya no reconocen explícitamente la autoría de Málaga: en la edición de 1952 (3) no figura la mención de autoría en la cubierta, y en la primera página se advierte en una escueta nota debajo del título que se trata de una “aplicación simplificada de la elaborada por L. F. Málaga para la Biblioteca Nacional”. En la siguiente edición de 1958 (que aunque se declara como la segunda, es en realidad la tercera si consideramos a la primera de 1947) hay que encontrar la mención de autoría en el texto mismo de los preliminares (4), donde se recuerda casi tangencialmente que Málaga había elaborado unas Tablas para obras generales en 1947, cuando éstas eran en realidad sólo una parte de la propuesta original (que incluía además el uso de una Tabla para obras literarias). La Tabla para obras generales fue adoptada en su integridad por la Biblioteca Nacional.
Las ediciones de 1999 y 2004 repiten lo afirmado por las ediciones de 1952 y 1958 respecto a Málaga y a sus tablas, y de la misma forma no se reconoce al autor en las portadas ni en las cubiertas. Ni siquiera en el trazado de la catalogación en la fuente.
¿Por qué la Biblioteca prescinde de la mención explícita de la autoría de las Tablas? Durante la administración de Jorge Basadre, Málaga, miembro destacado de la primera promoción de la Escuela Nacional de Bibliotecarios, a poco de egresar y en atención a sus aptitudes laboró primero como parte del equipo de trabajo del Departamento de Catalogación (5) y luego alcanzó a ser nombrado jefe del Departamento de Consulta y Lectura, así como profesor del curso de Organización y Administración de Bibliotecas y Servicios Bibliotecarios en la misma Escuela Nacional de Bibliotecarios (6). Basadre mismo cuenta que Málaga fue comisionado a los Estados Unidos para la realización de una investigación especial sobre la localización de valiosos documentos peruanos existentes en repositorios de ese país, lo que posibilitó a la Biblioteca Nacional solicitar posteriormente copias fotostáticas o microfilms de los mismos a las instituciones donde se conservaban (7), a la vez que se perfeccionaba en Administración de Bibliotecas por haber ganado en razón de sus «brillantes estudios» la beca obsequiada por la Biblioteca Pública de Rochester (8). Sin embargo, luego de la salida de Basadre, Málaga tuvo un “incidente” con el entonces director Cristóbal de Losada (9), debido al cual renunció a la Biblioteca Nacional. La Institución optó entonces por proseguir la tarea de la actualización de las Tablas ya sin el concurso de su creador, aunque sus principios de aplicación y las Tablas para obras generales fueran en esencia los mismos que el autor propusiera, con ligeras variantes.
A pesar de su salida de la Biblioteca Nacional del Perú, Málaga nunca se desligó de las bibliotecas y la documentación, como lo atestigua su paso por la biblioteca del Colegio de Abogados de Lima, y del Archivo y Biblioteca de la Municipalidad de Lima, sus colaboraciones con el Fondo San Martín y sus artículos sobre bibliotecas públicas en la Gaceta Bibliotecaria del Perú.
En 1962, siendo director de la Biblioteca Municipal de Lima, Málaga publicó la que vendría a ser la edición definitiva de las Tablas de notación interna para bibliotecas hispánicas (de dos y tres cifras) con un código de reglas para su aplicación (10). Respecto a la edición de 1947, Málaga descarta el empleo de las Tablas para obras literarias y propone el uso de una Tabla de tres cifras recomendando el uso de ésta última para grandes bibliotecas o bibliotecas especializadas.
En esa edición, el reconocido bibliotecólogo cubano Jorge Aguayo, quien fuera su profesor en la naciente Escuela Nacional de Bibliotecarios en el periodo 1944-45, la prologó y resaltó la originalidad de la misma, y no escatimó elogios hacia Málaga, a quien reconoció como su “dilecto discípulo”.
Además de las ediciones mencionadas (tanto por parte del mismo autor como por la Biblioteca Nacional) la Tabla de Málaga se difundió principalmente a través de copias fotostáticas (como las que se proporcionaban a los estudiantes de Bibliotecología en la universidad) y reimpresiones como parte de los materiales de apoyo en las capacitaciones emprendidas por la Biblioteca Nacional (por ejemplo por la Dirección General de Promoción Bibliotecaria en 1991 y por el Departamento de Clasificación y Catalogación en la segunda mitad de los 90’s; ambas reproducciones de la edición de 1958). Una prueba de la vigencia en nuestros días de la Tabla de Málaga es su puesta en el Internet como un aplicativo en línea denominado Sistema de Notación Interna Málaga (http://www.dilib.net/malaga/), elaborado en base a la edición de la Biblioteca Nacional de 1999.
Hoy, cada vez que se utiliza la Tabla de Málaga en el procesamiento técnico, los bibliotecólogos peruanos rendimos un silencioso pero efectivo homenaje a la memoria del colega que en su momento y conjuntamente con otros pioneros supieron poner al Perú a la vanguardia latinoamericana en cuanto a investigación bibliotecológica se refiere.
Referencias
(1) Para la biografía de Málaga, aunque con algunos errores, véase Luis F. Málaga y su tabla de notación interna. [En Línea]. Disponible en:
http://el-infocomunicador.blogspot.pe/2013/05/luis-f-malaga-pautas-y-tabla-de.html
(2) Málaga, Luis F. Reglas y tablas de notación interna. En: Fénix, revista de la Biblioteca Nacional. Lima, primer semestre de 1947, N° 5, pp. [130]-160.
(3) Biblioteca Nacional del Perú. Departamento de Clasificación y Catalogación. Pautas y tabla de notación interna : Separata de la revista FÉNIX N° 7 . Lima, Talls. Gráfs. P. L. Villanueva, 1952.
(4) Biblioteca Nacional del Perú. Departamento de Clasificación y Catalogación. Pautas y tabla de notación interna : Separata de la revista FÉNIX N° 7. Segunda edición. Lima, Talls. Gráfs. P. L. Villanueva, 1958.
(5) Basadre, Jorge. Recuerdos de un bibliotecario peruano: 1919-1930, 1930-1932, 1935-1942, 1943-1948, 1956-1958. Lima, Ed. Historia, 1975, p. 55.
(6) Escuela de Bibliotecarios. En: Boletín de la Biblioteca Nacional. Lima, Año IV, N° 10, junio 1947, p. [202]-207.
(7) Basadre, Jorge. Recuerdos de un bibliotecario peruano: 1919-1930, 1930-1932, 1935-1942, 1943-1948, 1956-1958. Lima, Ed. Historia, 1975, p. 68.
(8) Basadre, Jorge. La Biblioteca Nacional de Lima 1943-1945. Lima, Talls. Gráfs. de la Edit. Lumen, 1945, p. 43.
(9) Corzo C., Orlando. Testimonio del Dr. Ricardo Arbulú Vargas representante de la primera promoción que cursó estudios en la Escuela Nacional de Bibliotecarios el año 1944. En: Alexandría: Revista de Ciencias de la Información. Año III, N° 6, enero-junio 2007, pp. 37-44.
(10) Málaga, Luis F. Tablas de notación interna para bibliotecas hispánicas (de dos y tres cifras) con un código de reglas para su aplicación. Washington, Unión Panamericana, 1962.