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En 2011 el director Jean-Jacques Annaud (más recordado entre los entendidos del mundo del libro y de las bibliotecas por la célebre versión fílmica de El nombre de la rosa de Umberto Eco) estrenó otra superproducción de corte épico: El príncipe del desierto (Black gold) basada en la novela de Robert Ruesch South of the heart: a novel of modern Arabia.
La trama es sencilla: el conflicto entre dos pequeños reinos árabes termina con la derrota de Amar, quién se ve obligado a entregar a sus hijos Saleh y Auda como rehenes a su rival Nesib. Tanto Amar como Nesib se comprometen además a considerar como tierra de nadie y límite entre ambos reinos una vasta franja desértica, el “cinturón amarillo”. Saleh y Auda son criados por Nesib como si fueran sus hijos no obstante su calidad de rehenes. Muchos años después se descubre petróleo justamente en la zona limítrofe, el cual Nesib se apresura a explotar. Enterado de ello, Amar se niega a renegociar su acuerdo y por una cuestión de principios basados en sus creencias y valores, a tener participación en la extracción del petróleo precipitándose un nuevo conflicto. Salah es muerto cuando intentaba escapar. Auda es enviado por Nesib como emisario a Amar para intentar un acuerdo sin éxito, terminando por unirse a su padre y sirviendo como señuelo junto a un ejército ficticio. Su inteligencia hará que termine por convertirse en un caudillo que rápidamente aglutinará a otras tribus, sucederá a su padre y conquiste el reino de su captor Nesib y la zona petrolera en disputa, siendo aclamado como el magdiel (fruto escogido por Dios según el Génesis) que según una profecía reuniría a las tribus en una gran nación árabe.
Ser una coproducción internacional (incluso con la participación de Qatar), contar con un presupuesto muy alto para su realización, locaciones en varios países árabes y su extenso metraje de más de dos horas, no fueron suficientes para lograr un buen resultado en opinión de los especialistas. El argumento, el ritmo de la historia, los protagonistas en su mayor parte europeos, y muchos etcéteras fueron blancos de la crítica y los espectadores que piadosamente la calificaron en el mejor de los casos de “buena”. Ni siquiera se salvó el preciosismo en el vestuario y fotografía tan característicos en Annaud que sin duda tuvieron como referente inmediato a Lawrence de Arabia. Justamente algunos comentaristas han llegado al extremo de confundir al ficticio príncipe Auda protagonista del relato con el jefe Auda Abu Tayi (1874-1924), personaje histórico recreado en Lawrence de Arabia por Anthony Quinn y uno de los jefes de la rebelión árabe de 1916 contra el imperio turco. Esta desafortunada asociación pudo haber tenido su origen en la mención al inicio de la película que sitúa los hechos a principios del siglo XX. Salvo la escena inicial, la mayor parte del relato que muestra al príncipe Auda en plena juventud discurre con posterioridad a 1927 (incluso en una escena se menciona a Charles Lindbergh cuya fama se debió al vuelo trasatlántico realizado en aquel año). Más propiamente se puede situar en la década del treinta pues es sabido que en esos años realmente se descubrieron grandes yacimientos de petróleo en Arabia.
Lamentablemente esta película también pasará a la historia como una muestra más de los estereotipos negativos del bibliotecario que el cine y en general los medios de comunicación parecieran complacerse en mostrar a menudo (recuérdese a la tímida bibliotecaria de ¡Qué bello es vivir! de 1946, o la tajante respuesta negativa de una moñuda Jocasta Nu en El ataque de los clones de 2002, de la saga de Star wars).
Desde niño Auda es presentado con lentes, los cuales aunque al parecer sólo le sirven para leer, porta aun en otras situaciones. Su timidez refuerza la imagen de minusvalía física o debilidad que el director opone frente a su hermano mayor Saleh, que se espera llegue algún día a ser gobernante. Completa este retrato poco favorable una cierta torpeza.
Gracias a los ingresos de la venta del petróleo Nesib realiza varias mejoras en su reino y entre otras obras construye una biblioteca, nombrando (como no podía ser de otro modo) a Auda como bibliotecario real.
De este modo, Auda encarna la típica imagen del bibliotecario con lentes, tímido o inseguro, erudito pero torpe. No obstante, la perspectiva de una vida tranquila dedicada a la erudición termina con la muerte de Saleh y la inminencia de una nueva guerra donde se ve envuelto Auda, quién casi sin querer termina siendo el vencedor y aclamado como líder. Todo lo opuesto a lo que fue.
Aquí algunas frases memorables:
- ¡El magdiel! ¡El magdiel es bibliotecario, por amor de Dios! (Nesib grita desesperado al verse copado por las fuerzas de Auda)
- ¿Aprendiste a pelear en la biblioteca? (el jefe de la tribu Beni Sirri, aliado de Nesib, se burla de Auda cuando se aprestaba a ultimarlo).
- Debí venir más seguido [a la biblioteca] (un rendido Nesib se dirige a Auda cuando éste lo encuentra al interior de la biblioteca luego de su victoria).
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Para conocer más sobre el proceso de gestación de esta película, incidencias durante el rodaje y otros datos, recomiendo visitar el siguiente enlace:
https://www.lahiguera.net/cinemania/pelicula/5423/comentario.php